Más allá de la importancia literaria de El amante de Lady Chatterley, es innegable que su fortuna se debe, en parte, al esfuerzo de la censura por prohibir una de las novelas más controvertidas de la historia de la literatura. D.?H. Lawrence empezó a redactarla en 1926 (llegó a escribir tres versiones diferentes; la segunda, editada en esta misma colección) y la publicó en Italia dos años después. Enseguida, el libro fue etiquetado de obsceno y censurado en varios países, y en Inglaterra hasta 1960. La polémica que surgió no dejó indiferente al autor, quien, en 1929, unos meses antes de su muerte, decidió escribir este alegato contra las acusaciones que la hipocresía del mundo biempensante de la época dirigía contra su obra. Acompaña a este texto un ensayo, también de 1929, que complementa sus tesis, titulado Pornografía y obscenidad. Con un lenguaje muy directo y apasionado este libro no es solo una vehemente defensa de la libertad de expresión y de la literatura, sino también del sexo como parte indisoluble de la armonía entre cuerpo y mente de todo ser humano.