Nació en La Coruña -Marinada en sus novelas- el 16 de septiembre de 1851, en el seno de una familia aristocrática y liberal, y murió en Madrid en 1921. De su padre heredó el título de condesa de Pardo Bazán, pero no lo usó hasta 1908, cuando recibió el título de manos de Alfonso XIII en reconocimiento a su labor literaria. Lectora empedernida e incansable viajera, conoció en París a Émile Zola, representante del Naturalismo, cuyos principios trasladó a la España decimonónica, así como a Daudet y a los hermanos Goncourt. Tenía su propia tertulia y se mantuvo siempre en contacto con la intelectualidad del momento: Rosalía de Castro, Zorrilla, Blasco Ibáñez, Unamuno, Menéndez Pelayo, Castelar, Cánovas, Francisco Giner de los Ríos, entre otros, integraron su círculo de amistades. En 1916 es nombrada catedrática de la Universidad de Madrid. Fue también presidenta de la sección literaria del Ateneo madrileño y Consejera de Instrucción Pública. Pese a sus deseos, y probablemente a causa de su condición femenina, no llegó a ser elegida miembro de la Real Academia Española. Fue una escritora extraordinariamente prolífica y versátil: decenas de novelas, más de 600 cuentos y numerosos ensayos así lo atestiguan. Junto con Galdos y Clarín, la Pardo Bazán representa la cúspide de la narrativa decimonónica española.