Tras veinte años de ausencia, un hombre regresa a su pueblo natal, una pequeña localidad de la comarca leonesa de Vega cerrada en sí misma. Su llegada provoca una oleada de reacciones encontradas: viejos amores, odios, recelos y rivalidades. Como marionetas en manos del destino, los acontecimientos se precipitan en la fecha más señalada de la localidad: el Día del Zarrajo, la jornada en la que se celebra un ancestral rito de expiación.
Miguel Otero Furelos es un pintor de atmósferas excepcionalmente dotado. Con unos pocos trazos, desvela el carácter oculto de sus personajes, sus grandezas y miserias, el ambiente opresivo de unos seres aislados del mundo. Como la Comala del Pedro Páramo de Juan Rulfo, Zabiega es un pueblo desolado, un universo irreal y, al tiempo, un retrato de alcance universal.