Ignatius Farray ha matado a Pablo Motos durante su entrevista en El Hormiguero y, en medio de la conmoción, el gobierno más progresista de la historia de España decide salvarle de ser un mártir de la libertad de expresión con una condición: acudir a sesiones de terapia obligatorias. El problema es que ni Pedro Sánchez ni sus sabios consejeros bolivarianos conocen la envergadura del monstruo al que se enfrentan.
Tras las memorias de Juan Ignacio, Ignatius toma el bolígrafo y, ayudado por los dibujos de Aroha Travé, cuenta en este libro una versión mucho más salvaje y profunda de lo que supone ser el humorista más arriesgado de este país.