Las pinturas rupestres de Altamira son el nexo de unión entre dos jóvenes separados por miles de años.
Dos historias distanciadas por miles de años pero unidas por un mismo motivo: las pinturas rupestres de Altamira.
María, la hija del científico que dio a conocer este importante hallazgo, y Rek, el inquieto joven que pintó las cuevas, nos descubren la fuerza de la amistad, el valor y la inteligencia frente a la envidia, la mentira y la insolidaridad.