Es la primera vez que un periodista secuestrado por Al Qaeda explica su experiencia. «Hace tres meses que vivo en absoluta soledad. No se´nada de na- die. Ni de mis amigos, ni de vosotros... Estoy completamente solo en este agujero. Solo veo a las personas que me tienen encerrado, y poco. Ellos lo controlan todo. Han cerrado la puerta y tirado la llave. Ellos me empujan cada di´a un poquito ma´s cerca del abismo. » A lo largo de este tiempo de soledad, he perdido toda esperanza. Mejor dicho: se han encargado de roba´rmela. Me han robado eso y otras muchas cosas: la felicidad, la alegri´a, la ilusio´n, la sonrisa... ha- ce tanto tiempo que no sonri´o. ¡Cabrones! Soy un ser pusila´nime. ¿Que´han hecho conmigo? ¿Por que´me esta´n haciendo esto a mi´? Ya no aguanto ma´s. No soporto ma´s golpes, ni ma´s humillaciones, ni ma´s vejaciones, mi ma´s sadismo, ni ma´s amenazas de muerte, ni ma´s insultos, ni ma´s interrogatorios, ni ma´s risas a mi costa. Si´, cada vez que pueden me aprietan hasta que rompo a llorar y luego les puedo escuchar rie´ndose de mi´. Pero au´n no han conseguido que llore mientras me golpean. Au´n me queda un poquito de dignidad. Eso es lo u´nico que conservo. Lo dema´s... me lo han quitado.»