Antón Reixa se plantó en el panorama poético gallego de 1976 equipado con herencias magistrales, tanto autóctonas como internacionales (Manuel Antonio, Rosalía de Castro, Sanguineti, Maiakovski?). Las desarrolló con marca de autor, pero usando material de desecho de la era posmoderna y empleando la ironía en calidad de antídoto contra aquello que pretendía, y pretende, hacernos torcer el gesto ante la mirada estrafalaria y terrible de la vida. Y lo ha hecho, en buena medida, al margen del paradigma identitario de su generación. Sus versos huyen de la mirada rural o urbana, distanciándose del canon para seguir un camino único que buscaba hacer salir a la poesía de los palacios. Y lo consigue con una aparente ligereza pop, una contundencia punk con las que sobrevuela temas como la extrañeza de lo cotidiano, los fraudes del idealismo, lo inconsciente, la decadencia, el deseo, el tabú? Su megáfono apuntaba, y apunta, allí donde el capitalismo que depreda la tierra toma el rostro de la violencia colonial, ya sea Galicia u otros pueblos que nunca estarán lejos.
Considerado como una de las figuras más destacadas de la cultura gallega contemporánea, Antón Reixa compila en Enciclopedia perplejidad más de cuarenta años de su expresión poética, en un trayecto que resume así: «Cuando habitas en el absurdo militante y crees que lo absurdo es un bien común, el único ecosistema individual posible es la perplejidad».