Existe una leyenda apenas susurrada en la historia del fútbol argentino. Un nombre que no figura en los rankings ni en las grabaciones de archivo. Un talento sobrenatural que jamás pisó un estadio de primera división y del que nunca hablaron los periódicos de Buenos Aires. Se llamaba Eliseo Alegre y fue, para quienes lo vieron jugar, el mejor futbolista de todos los tiempos. En un pueblo olvidado de la Patagonia, Alegre tejió su mito a la sombra de los Andes, sobre campos de tierra dura y viento constante. Nunca quiso ser profesional, ni salir del país, ni siquiera de su pueblo. Jugaba porque no tenía más remedio. Porque se lo pedían sus amigos, sus vecinos, su madre. Llegó al fútbol casi por error, pero su destreza desafiaba el destino, la razón y su propia voluntad. «Éramos veintiún futbolistas. Y luego estaba él, jugando a otro deporte».
Décadas después de su muerte, un grupo de familiares, excompañeros, rivales ocasionales, periodistas, teóricos del fútbol y testigos silenciosos se reúnen para reconstruir esa figura en fuga. A partir de grabaciones caseras y recuerdos entrecortados, fragmentan una memoria coral, contradictoria, entrañable, que dibuja la silueta de un hombre que fue genio sin buscarlo, estrella sin ambición y héroe trágico por elección.