«Me gustaría pintar la naturaleza», confiesa una joven dibujante francesa al poner el pie en Japón. Por su parte, un artista japonés intenta «pintar una mujer». ¿Qué naturaleza? ¿La que apacigua o la que desborda? ¿Y qué mujer? ¿Nami, quizá, la que regenta la posada de baños termales donde ambos artistas se hospedan? Catherine Meurisse (La levedad, Los grandes espacios) vivió durante varios meses en Villa Kujoyama, una residencia para artistas en Kioto. En un intento de inspirarse y retomar su trabajo bajo una nueva perspectiva, se sumergió en los paisajes japoneses. Pasado un tiempo, el tifón Hagibis devastó parte del país. De estos dos acontecimientos, ambos amparados bajo el implacable signo de la naturaleza, musa y devastadora al mismo tiempo, nació el álbum La joven y el mar.