Hatoko Amemiya acaba de regresar a Kamakura, el pueblo costero donde creció al cuidado de su abuela, para reanudar el negocio familiar de una papelería. La suya es una estirpe de escribientes, un antiguo oficio que Hatoko está decidida a honrar y hacer pervivir en el tiempo a través de los pequeños encargos que los clientes le encomiendan: cómo despedirse de alguien, saludar a un recién llegado o recordar la dulzura de un primer amor, todo tiene cabida dentro de los márgenes de una carta, las cuales Hatoko se ocupa de confeccionar con delicadeza, escogiendo el sello adecuado, las palabras, la tinta y el gramaje exactos para cada una de ellas.
Ito Ogawa teje a un relato conmovedor sobre los detalles que rellenan el día a día de cualquier comunidad, todo ello retenido de fondo con los paisajes, la gastronomía y las festividades japonesas que acompañan y celebran el paso de las estaciones del año, el relieve de afectos y enseñanzas que heredamos como cartas abiertas de generación en generación.