Enfermera Saturada regresa con su particular visión del mundo sanitario cargada de humor negro e ironía.
La salud es algo muy serio, por eso es mejor tomársela con humor. Así lo cree esta enfermera que recorre los pasillos a toda pastilla y que en La sonda del viento analiza con detalle las muestras de sus pacientes y todo lo que le rodea. Desde lo complicado que es aparcar en los hospitales hasta las cenas de empresa, pasando por todo el catálogo de cacharritos para revisarnos la salud en casa, las contraseñas imposibles de recordar o los momentos más surrealistas vividos en la puerta de Urgencias y en el laboratorio. Porque aunque no lo creamos para el análisis de heces es suficiente una muestra del tamaño de una nuez. Un divertido viaje al corazón de un hospital que bien podría ser el nuestro. Porque el humor no cura las heridas ni acaba con las listas de espera, pero al menos lo hace todo más soportable.