El Libro de Buen Amor es una obra escrita con ánimo de moralizar y de divertir, de manera que los locos amadores escarmienten en cabeza ajena. Para ello, adoptando el recurso de hablar en primera persona, el Arcipreste nos cuenta una serie de aventuras amorosas enlazadas por los comentarios y digresiones del propio autor que prestan la suficiente cohesión para mantener la unidad del relato, pero que, por otra parte, dan cierta independencia a cada historia, lo que permitía a los juglares de la época llevar en su repertorio trozos del Libro de Buen Amor y recitar o cantar uno u otro aisladamente.