Cuando existíamos como familia, había electricidad, y vehículos particulares, y trenes de alta velocidad, y ordenadores, y redes sociales. Había calor en los hogares, y había sitios llenos de productos que podían comprarse para ser consumidos. Pensar en familia era retroceder a los tiempos remotos antes del Impacto. Tengo pocos recuerdos de esa época, y los que tengo, son apensas consistentes y a veces, se confunden con los sueños. Mi nombre es Max Azul, pero no soy quien digo que soy. Soy otro en este otro mundo, el de después del Impacto.