Trazos de sombra contiene cuarenta relatos relacionados con los desórdenes de la mente y el sufrimiento psíquico que esos desórdenes provocan en quienes los padecen. Nacen en su mayoría de la observación y escucha atenta en la actividad profesional de la autora como Trabajadora Social en el contexto de la salud mental, al objeto de visibilizar una realidad bastante desconocida, silenciada, invisibilizada, en ocasiones estigmatizada.
A través de las historias anónimas que se cuentan en el libro, en las que se mezclan elementos de la realidad y la ficción, se abordan distintas patologías mentales que no se nombran en los relatos porque lo que le interesa a la autora, más que el diagnóstico o como se llama lo que le pasa al protagonista, es mostrarnos cómo se siente éste en un momento puntual de su trayectoria vital.
Sin embargo, a lo largo de los distintos relatos van desfilando los delirios de persecución, la enfermedad maniaco-depresiva, el autismo, el alzhéimer, tanto desde el punto de vista de la persona que lo padece como del cuidador que lo atiende, los trastornos límites de personalidad, el trastorno obsesivo compulsivo, la ideación autolítica, las alucinaciones auditivas, el delirio de filiación, las adicciones -incluida la dependencia a redes-, la locura de amor, la tipología de enfermos llamados tumbaos, que un día se metieron en la cama y ya no se levantaron más, el trastorno alimentario, la dismorfofobia, ambas relacionadas con la visión distorsionada de la propia imagen, el delirio de filiación, el síndrome de Diógenes, la violencia de género verbalizada por una víctima en una terapia de grupo, entre otros.
Cada uno de los relatos va precedido, además de por una cita, por las hermosas fotografías de Óscar García Bárcena, maestro de la luz y las superposiciones, que se articulan en esta obra como zaguanes o puertas de paso al universo personal, literario, propio, inexpropiable, que se nos ofrece en cada uno de los relatos.