En 2005, el escritor keniano Binyavanga Wainaina escribió furioso al editor de Granta. La razón de su rabia era el número que la revista había publicado sobre África: «No me molestaba lo sombrío, sino lo estúpido. No había nada nuevo, nada profundo, sino mucho “reportaje” […] como si África y los africanos no fueran parte del discurso, como si no vivieran al otro lado de la calle de la oficina de Granta. No, nosotros estábamos “allí”, donde gente valiente vestida de color caqui podía acudir para atestiguarlo». El editor le propuso publicar una versión editada de su correo, ahora como texto titulado «How to Write About Africa». Se convirtió en el artículo más reenviado en la historia de la revista. Posteriormente, Wainaina escribió Algún día escribiré sobre África, una magistral crónica de su vida en Kenia, su fallido intento por estudiar en la universidad en Sudáfrica, y en particular su tortuoso viaje iniciático hasta convertirse en un escritor premiado y reconocido a nivel internacional. Wainaina retrata su vida en África como un mosaico en ebullición, bailando en su adolescencia con la música de Michael Jackson, contemplando con ironía un desfile de dictadores despóticos, trenzándose a golpes con un mafioso abusivo, siempre narrando con un lenguaje de una gran plasticidad y belleza, y sobre todo sin juzgar a los demás, para ceñirse a una de las principales reglas de la sociedad de Kenia: «Si hay una cortesía que todos los kenianos practican consiste en no cuestionar las contradicciones de los demás; todos tenemos contradicciones, y destruir la cara de otro es un sacrilegio».