***Elegido entre los mejores libros del año 2022 por Infobae***
En zona de terremotos Mercedes Araujo construye esta historia de dos siglos con gestos, rutinas y dichos. El cruce de los Andes en un pequeño avión de tela, un caballo que se desboca o un estudio de cine en pleno desierto: todo tiene el mandato efímero de la inminente destrucción y la eternidad de la belleza.
Antonia conduce de regreso a La Silenciada, la casona familiar abandonada entre viñedos. Los caracoles de la ruta dibujan las vueltas de su propio pensamiento ensimismado por un amor quebrado que la tiene sin rumbo.
La vieja finca es, a la vez, punto de llegada y de partida. Allí resuenan los ecos del léxico de una familia que hunde sus orígenes en una tierra que cada tanto se sacude por el latido arrebatado del planeta y desde donde puede verse un cielo con millones de estrellas.
Sobre Botánica sentimental la crítica dijo...
«Cautivante y poética».
Gustavo Álvarez Núñez, La Agenda
«Mendoza estaba necesitando, desde hace largo tiempo, un nuevo relato que le pintara el alma con tonalidades contemporáneas; que volviera a dibujarle el mapa de sus cicatrices en la tierra. Ya ido el inigualable Antonio Di Benedetto, el espacio vacío empezaba a volverse grande, a incomodar. Hasta que Mercedes Araujo llegó, en puntas de pie y casi sin anunciarse, con su Botánica sentimental, con suficiente bagaje como para saldar la deuda».
Andrés Gabrielli, Diario Uno
«A la tristeza del duelo, se le contrapone un lenguaje celebratorio, vital, lleno de imágenes con el que se va a narrar parte de la historia de Mendoza y de esa familia. [...] Se trata de una escritura de gran sensualidad, una novela que se disfruta con asombro, maravilla y también algo de miedo: la tierra es traicionera y debajo de los cimientos de cada casa, está la amenaza del terremoto».
Carolina Esses, La Nación
«En Botánica sentimental los personajes, por sobre todo las madres, hijas y nietas, se aman con profundidad y leve distancia a la vez. [...] Palabras que se deslizan con precisión blanda, sonora y justa. De eso se tratan estos libros; algo así como el punto exacto del abrazo».
Diana Fernández Irusta, La Nación
«Por un lado cimentada en la preciosista estructura argumental que liga personajes e historias [...] y, por el otro, en la voz particularísima [...], esta botánica se instala como un sistema de vinculaciones intergeneracionales, afectivas, territoriales, poéticas».
Paula Jiménez España, Página 12
«Un libro deslumbrante, lleno de la oscuridad sensible de quien sabe mirar, lleno de la picardía de quien puede asomarse a las vidas de los demás […] un libro que usa la lengua como una geografía de plano y de relieve, la explora con el afán historiográfico, dar cuenta de los temblores y las rajaduras familiares; la busca como al agua en ese desierto, como a la sed».
Julián López, Latfem
«Un libro sobre las naturalezas del amor, los viajes, los reencuentros. El lenguaje como un ser que late: un corazón que va al compás de la vida y del divino tiempo. Muy precioso».
Katya Adaui
«Con una prosa iluminada, personalísima, Botánica sentimental evoca y recompone una vasta conversación entre generaciones de mujeres. Pronuncian frases delicadamente sabias como al pasar, en escenas tiernas e inolvidables sembradas con radical libertad y exquisita agudeza, en un universo tan íntimo como vibrante».
Magalí Etchebarne
«En esta bella novela de Mercedes Araujo, las mujeres avanzan hacia el proscenio; los hombres, en general, se mueren antes o fuera de escena y sus retratos -afectuosos o irónicos- se pintan con una paleta más tenue que los de las errabundas, jardineras, esclavas o viñateras cuyo linaje se teje a través de casi dos siglos. Con el cuidado de un copista inclinado sobre una inicial fantástica, Araujo delinea historias de antiguas y contemporáneas, unidas en torno a ese fuero de atracción que es la casa solariega.»
Laura Chalar, El País, Uruguay
«La de Araujo es una escritura enraizada en una geografía. Los valles que construye son atravesados por un ramalazo de escritura que los interrumpe. La fuerza natural aparece, no de forma inesperada para quienes conocen esas geografías, sino como la inevitable resolución de un conjunto de fuerzas que estaban en tensión. Nunca como sentencia final, nunca una última palabra. Una escritura libre que aporta asperezas.»
Horacio Maez, El Diletante