Una interrogación poética penetrante y sutil acerca de la vida en común.
En esta nueva incursión en el mundo del Delta Panorámico, Marcelo Cohen sorprende entrometiéndose en el escenario de la política y la presunta intimidad del poder. Casa de Ottro, una modulación más de su inagotable y revelador universo narrativo, invita a pensar en los claroscuros de la herencia, la sucesión de bienes y saberes, y los fatales lazos entre el espacio doméstico y la esfera pública.
Fronda Pátegher, en un tiempo asesora de campaña y de gobierno de Collados Ottro -ex Regente de isla Ushoda-, recibe a la muerte de este el incómodo legado de su casa. Fronda no solo fue ideóloga de la fulminante trayectoria de Ottro en el "teatron" político, sino también su nuera: tuvo que lidiar con la antojadiza mente de ese hombre y soportar además que malograse a su hijo Riscos, un joven que ensaya provocadoras formas de rebeldía contra la gerontocracia que impera en la isla. Con la sola compañía de Cañada -una plácida ciborgue que se ocupa de las tareas domésticas-, y mientras purga los traspiés de su pasado político oficiando privadamente como consultora "del vivir juntos", Fronda encara el inventario de las incongruentes colecciones de objetos de Ottro; una tarea tan apabullante como evitar que la casa se adueñe de su cerebro.
Esmerada y puntillosa como buena especialista formada en ciertos laboratorios sociales, intenta poner orden escribiendo fichas. Amedida que las notas desarrollan la parábola insensata de una carrera política, el rigor analítico va cediendo a un estado de mayor disponibilidad. Fronda se abandona y ve más, al tiempo que la casa se puebla casi sin que ella lo advierta: el jardinero, los parientes de Cañada, la presencia intermitente de Riscos y unos inmigrantes de otra isla van bosquejando una familia inusitada y raramente posible.
La crítica ha dicho...
«Frente a una literatura de expresión inmediata, caracterizada por argumentos previsibles, un imaginario familiar y el uso de una lengua que nunca discute las convenciones del idioma, la obra de Marcelo Cohen (Buenos Aires, 1951) sigue avanzando ajena a cualquier ortodoxia y fiel a una estética minuciosa que busca el destello verbal, que merodea los márgenes del sentido para aprehender en cada palabra, en cada frase, todos los disparadores posibles de significación.»
Jorge Consiglio, La Nación
«Esta nueva incursión en el Delta Panorámico que obra como escenario desde Los Acuáticos es un espacio propicio para que se luzca la destreza de Cohen en el tratamiento del lenguaje. En la multiplicidad de voces y fragmentos que construyen la novela, la lengua tiene un movimiento constante.»
Luciano Piazza, Página 12 (Radar)