En nuestros días, aprovechado el cambio climático, un presidente estadounidense se ofrece a comprar Groenlandia, y un presidente ruso se felicita porque la desaparición de los hielos puede abrir permanentemente para la navegación el mítico Pasaje del Noreste. En 1889, en Del revés, el experto en cálculo J. T. Maston y sus socios del Gun Club, que ya habían emprendido las temerarias aventuras de De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna, encuentran financiación en una millonaria de Baltimore para emprender otro singular proyecto: cambiar el eje de la Tierra para derretir parte del Polo Norte y así poder explotar sus yacimientos de hulla. Nadie sabe cómo lo harán ni desde dónde, pero, después de una subasta pública en la que se les adjudican las tierras árticas nunca exploradas por encima del paralelo 84º, secretamente se ponen manos a la obra. Pronto, sin embargo, para espanto del mundo entero, se conocerán las consecuencias catastróficas para el planeta: fin de las estaciones, océanos y mares vaciados, países inunda-dos, otros tan elevados que casi será imposible respirar… ¿Conseguirá alguien detener tan descabellado propósito? Jules Verne fue visionario en muchas cosas: también en el agotamiento del combustible mineral y en el cambio climático; y no vaciló en atribuir la responsabilidad a la codicia de las naciones. En esta novela aventurada y sardónica el protagonista no son los personajes, sino la Tierra.