El diálogo en torno a nuestra lengua, inscrito en el ámbito de la polémica sobre la -cuestión de la lengua-, es una obra de reflexión lingüística que, no obstante, posee un marcado carácter político. Bajo la defensa del florentino y su lugar respecto a las demás lenguas vulgares habladas en Italia, subyace una toma de posición, que analiza la influencia del modelo florentino, en relación directa con la supremacía cultural y política que ejerce Florencia en la península. Maquiavelo focaliza el fenómeno lingüístico en su vertiente política, -en sus conexiones con la realidad social y humana- y cuando de la lengua se exaltaban sobre todo -... los aspectos literarios y retóricos de belleza y armonía-, con extraordinaria lucidez, recalca su función de instrumento de uso y de comunicación entre la gente de una misma patria. El Diálogo ha sido considerado tradicionalmente como una obra ajena a los intereses del Secretario florentino -centrados en la historia, la política y la ciencia del estado-, olvidando, quizá, su inclinación al estudio por todo lo que concierne al ser humano en sus relaciones con la sociedad, entre las que, sin duda, el lenguaje tiene asignado un papel primordial.