Una ficción al mismo tiempo lúcida y emotiva, tan original como entrañable acerca de un misterioso cantor de tango en la que Buenos Aires, casi un personaje más, despliega todos sus encantos y miserias.
Bruno Cadogan llega de Nueva York a Buenos Aires con el objetivo de avanzar en su tesis sobre Borges y el tango. En realidad lo que quiere es conocer a Martel, un cantor de tango que, según le contaron, es tan bueno como Gardel aunque con cierta aura de derrota. Mientras Bruno trata de dar con ese enigmático artista que realiza conciertos inesperados en lugares olvidados que enhebran un mapa secreto, y la crisis de 2001 exhibe un clima algo apocalíptico, todos los encantos y miserias de la ciudad se van desplegando ante sus ojos: la Avenida de Mayo, el Palacio de Aguas Corrientes y el sótano del aleph, pero también los bocinazos, la humedad y el deporte tan porteño de aprovecharse de los turistas.
Solo alguien como Tomás Eloy Martínez, con ese profundo conocimiento de la capital argentina y su frondosa mitología literaria, podía escribir una ficción al mismo tiempo lúcida y emotiva, tan original como entrañable.