Como jefe del Servicio Meteorológico de la URSS, Alekséi Feodósievich Vangengheim se dedica a estudiar las particularidades meteorológicas del vasto territorio soviético y a ayudar con sus predicciones a la construcción del socialismo. Sin embargo, en 1934 será acusado de traición al régimen y encerrado en un campo de trabajo, convirtiéndose en una más de los millones de víctimas del terror estalinista. Durante todos los años en los que Alekséi estuvo preso hasta su muerte, dirigió la mayor parte de su correspondencia a su hija, Eleonora, que tenía cuatro años en el momento de su detención, y a quien no vería nunca más. El descubrimiento de esta correspondencia motivó a Olivier Rolin a indagar en las circunstancias que rodearon su desaparición y tratar de reconstruir su vida.
En un estilo directo y brillante, Rolin narra la historia de Vangengheim, habla de la recuperación (u olvido) de la memoria del periodo soviético en la Rusia actual y reflexiona también sobre el vacío que el final de la utopía comunista ha dejado en Occidente, porque, como bien dice, «el triunfo mundial del capitalismo no se explicaría sin el terrible final de la esperanza revolucionaria».
«Rolin cuenta la historia de Vangengheim con una prosa directa y sobria –lo que resulta más impactante–, y consigue que sintamos al personaje en su individualidad y, a la vez, como símbolo de millones de víctimas inocentes.» Carmen R. Santos (ABC Cultural)
«En ese sentido, la prosa de Rolin es de una nitidez, de una transparencia notables, y se pone al servicio de Vangengheim y de su hija Eleonora (...)con la humildad de un testigo ocular a quien le habría gustado tender una mano a ese hombre que, incluso en los peores momentos de su confinamiento, sigue confiando en que el Partido se dará cuenta de su error.» Sergi Sánchez (El Periódico)
«La revisión crítica de una losa ideológica personal y generacional ha sido una constante de su obra. (...) La retoma ahora, pensando a un individuo masacrado entre la utopía y el totalitarismo, en esta novela que hiere en el alma como un picador de hielo tritura el corazón.» Jordi Amat (Cultura/s)
«Narra con sencillez y emoción el conmovedor destino de un hombre que vivía interesado por las nubes y los dibujos para su hija que el libro reproduce al final. [...] Un pronóstico más complicado, sin duda, que el de las nubes, y una novela estremecedora sobre el miedo.» Luis M. Alonso (La Nueva España)
«El relato sobre la represión estalinista forjó la idea de que se cebó en los personajes que intentaban boicotear la revolución, ya fuese por su condición burguesa o por diferencias estratégicas con el modelo comunista. Pero los campos de concentración o los 750.000 fusilados sólo en 1937 necesitan otra explicación. Y el escritor francés Olivier Rolin nos la ofrece.» Josep Playà Maset (La Vanguardia)
«El libro no solamente conmueve por su sobriedad, sino también por la manera de narrar hasta qué punto la máquina del poder puede triturar a un inocente» Ignasi Gaya (Telenoticíes Migdia TV3)
«Rolin ha sido capaz de encontrar el tono y la voz apropiados para reconstruir una historia de la ignominia que va de lo particular a lo general y que nos deja estremecidos ante la máquina burocrática que organizó un terror que afectó a millones de personas.» Sagrario Fdez-Prieto (La Razón)
«De las cartas, reales, parte Rolin para construir esta conmovedora novela-reportaje, un testimonio sobre el pasado que vale como prevención para las tentaciones utópicas del presente.» Miguel Cano (El Cultural)
«Rolin escribe «escrupulosamente», sin ánimo de novelar, ateniéndose solo a lo que sabe, pero también mostrando la tramoya de la narración y añadiendo digresiones, en ocasiones acertadamente irónicas, que ayudan a situar los hechos en el contexto espeluznante y absurdo del terror estalinista. El resultado es un libro veloz y esencial: una nota al margen de la historia que nos concierne.» Pablo Martínez Zarracina (El Comercio)
«Hay mucho de Kafka y de la (realista) poesía en prosa de Pavese en esta hermosa y terrible novela.» Alfonso Vázquez (La Opinión de Málaga)
«Al modo de Carrére, Rolin reconstruye, en un alarde narrativo y con sabroso estilo, la existencia desde sus orígenes ucraniano hasta su ejecución, tras ser deportado en el 34, en el hermoso archipiélago de las Solovkí (...),de Alekséi Vangengheim.» Fermín Herrero (El Norte de Castilla)
«El meteorólogo’ es una novela breve pero impresionante. Que impresiona, fascina y desasosiega a la vez.» José Carlos Llop (Diario de Mallorca)
«Rolin quiere fijar en la literatura momentos, personajes y hechos que de por sí ya son atractivos pero que ganan cuando se va un poco más allá de lo que se ve y se realizan mezclas (de vidas, de tiempos, de voces). Trata de conectarlos con los lectores de hoy, haciéndoles ver a éstos que la Historia no es solo pasado.» Elena Sierra (El Correo)
«La memoria de Vangengheim se salvó por poco del olvido absoluto. Y ese es el gran mérito del libro.» Alejandro Víctor García (Revista Mercurio)
«El autor combina las estrategias de la novela con el ensayo biográfico. La materia prima son, sobre todo, las cartas de Vangengheim, una víctima gris, nada ejemplar, que sigue alimentando en el gulag su fe en el comunismo; además de la detallada investigación de Rolin para explicar el contexto histórico-político del estalinismo.» Ángel Amador (Aceprensa)
«Junto con Patrick Deville y Emmanuel Carrère, Rolin pertenece a la categoría de los Plutarcos democráticos: consiguen hacer pasar las vidas de unos, unas vidas que consideran edificantes, por la conciencia y el imaginario de los demás.» Libération
«En su búsqueda de “una víctima entre tantas de la locura estalinista”, Rolin consigue un libro que emociona por su sobriedad.» Le Monde
«Nada más conmovedor que ver cómo la maquinaria del poder tritura a un inocente, sobre todo si nos lo describe uno de nuestros mejores escritores.» Le Figaro Littéraire
«El resultado es un libro doloroso e intenso, además de una denuncia implacable de la locura estalinista. Sin embargo, contando el trágico destino de Vangengheim y del resto de víctimas del gulag, Rolin nos recuerda que para millones de personas en todo el mundo la revolución de octubre fue “la promesa vivísima, vibrante y conmovedora” de que un tiempo nuevo era posible para los condenados de la tierra.» La Repubblica