«Yo vivo en París, abro la ventana cada mañana y miro lo que tengo delante.» El interés por la actualidad y la necesidad de pintarla en toda su materialidad, como sus amigos los pintores impresionistas, llevaron a Zola a centrar en Les Halles, el Mercado Central de París −«una tímida revelación del siglo XX»−, la acción de la tercera novela del ciclo de Los Rougon-Macquart. En ella Lisa, una Macquart, próspera y rolliza propietaria de una charcutería, hospeda inopinadamente a su cuñado Florent, prófugo del penal de Cayena, convicto por sus actividades republicanas en contra del Imperio de Luis Napoleón. Las intrigas del mercado, donde todo el mundo se espía, traicionan las pasiones revolucionarias y Florent habrá de andarse con cuidado para no delatarse. El vientre de París (1873) combina la visión exuberante de un «París atiborrado», con mil olores y colores, con una trama política que desbaratan las bribonadas de «las personas decentes». Zola podría apropiarse de las palabras de su personaje, el pintor Claude, cuando dice que hace croquis para «un auténtico cuadro moderno».