Esta es la segunda parte de la novela histórica que la autora denominó
la «saga de los Osorio». Su prosa es una sabia y dosificada combinación
de giros de época, metáforas vibrantes, imágenes notablemente vívidas,
diálogos ingeniosos, frescos o punzantes.
Los escenarios naturales, las costumbres, lo tradicional de la sociedad
cordobesa del siglo XIX, hacen las delicias del lector, quien obtiene un
abanico de postales de lo que debe haber sido la Argentina, aún
convulsionada y fracturada como estaba por las guerras civiles.
La saga se completa con «Como vivido cien veces», «La trama del pasado»
y «Territorio de penumbras».