La importancia del papel de Diderot dentro de
la novelística del siglo XVIII lo sitúa, junto a Sterne y Jean-Paul, como uno de los grandes precursores y uno de los primeros autores en cuestionar las bases sobre las que se asienta este género, que, por aquel entonces, comenzaba a imponerse a todos los demás. Obras como "Tristram Shandy" y "Jacques el Fatalista" quiebran el esquema clásico que servía de base a
la narrativa desde la época de Cervantes y suponen una ruptura considerable con respecto al rigor estructural con que habían sido construidas las novelas de sus antecesores.