Cuando el cuerpo sin vida de una mujer aparece en un lugar público, la autoridad decide acabar con el caso fabricando a un culpable.
El cadáver de una joven aparece en un lugar público, justo cuando hay una ceremonia con el jefe de gobierno de la ciudad como actor principal. En la blusa de ella, escrita con pintalabios, se lee la palabra "Puta".
Es obvio que ese caso debe resolverse de inmediato, pues arroja oprobio sobre la autoridad. El modo de lograrlo es fabricar a un culpable, un enfermero que, por practicar la eutanasia a su madre, de por sí ya estaba en prisión. El verdadero asesino no les importa a los funcionarios, aunque el lector lo sabrá todo sobre él.
Narrada a tres voces, todas impactantes y convincentes, sorpresivos giros argumentales y gran tensión llevan al lector tanto a la angustia de ver cómo los destinos de los personajes van encaminándose al abismo como al conocimiento sistemático de numerosos casos que dan cuenta de la manera de operar del sistema judicial mexicano. Y opera de manera escalofriante: jueces, abogados, ministerio público, corporaciones policiacas, centros de reclusión... todo funciona de manera absurda, aberrante, burocrática, inhumana.
La crítica ha dicho...
"Como cualquier sátira inteligente -hay que pensar en Swift o Voltaire, como sus modelos-, Justicia también resulta dolorosa. Si se trata de un libro importante, no sólo es por el talento de su autor para el suspense o por la eficacia de sus dardos, sino por su capacidad para incidir en uno de los problemas más urgentes del país".
Jorge Volpi.
"Una novela de esas que se leen de corrido y con las menores pausas posibles, de las que uno espera que termine la jornada laboral o cualquier otra cosa que uno esté haciendo para poder seguir leyendo las aventuras de sus personajes".
Manuel Lino, El Economista.