Desde que lo condenaron a varios años de prisión, el Cobra ha sido un eficaz sicario a las órdenes de La Bola, la mafia implacable que controla la cárcel: nadie atemoriza mejor a los presos ni cobra las deudas de los morosos o los agravios de los rebeldes con mayor ahínco y creatividad. Pero Cobra comete un error grave, pierde el apoyo de los jefes, y en cuestión de horas el muy temido golpeador cae cuesta abajo hacia un territorio en donde la única certeza es el peligro de muerte. Mientras la mayoría de los reos se prepara a vengar viejos agravios y humillaciones, y los celadores se cruzan de brazos ante el enfrentamiento que viene, el hombre que cobraba las deudas se pone en guardia para la última batalla —aunque nada lo había preparado para la transformación que lo aguarda.