Un thriller sobre la fragilidad, la autodestrucción y el amor, narrado con fidelidad cinematográfica.
Un avión que viene de Nigeria desaparece en el mar frente a Bahía, Brasil. La aeronave tiene un moderno sistema de caja negra con video que permite monitorear los instantes previos al accidente dentro de la cabina. Al revisarlo, la escena es perturbadora: el comandante esbozó una sonrisa antes de estrellarse.
Un viaje extremo por las sinuosidades de la mente a ochocientos kilómetros por hora.
Un thriller sobre la fragilidad, la autodestrucción y el amor, narrado con fidelidad cinematográfica.
Jorge Coscia ha escrito una alevosa novela de película que no niega su condición anfibia, sino que nos permite disfrutarla: imagen, secuencia, diálogo, puesta en escena y soberana escritura.
La fábula del hombre blanco devenido en presa de las circunstancias tropicales que lo dan vuelta como un guante tiene raíces literarias nobles, de Conrad a Somerset Maugham. Pero son otros los tiempos, y acá no faltan el impagable psicólogo argentino que da la nota y la distancia interpretativa, un Jorge Amado que pone el clima y un Cortázar que firmaría el final. Valiente, Coscia.
Juan Sasturain