“La pobreza en España tiene rostro de niño” han titulado numerosos periodistas desde la publicación de un informe en 2008 que revelaba los altos índices de pobreza infantil en nuestro país. Este hecho, por tanto, no es nuevo. La crisis económica ha agravado la vulnerabilidad de la infancia en España, pero la situación anómala de nuestro país lleva denunciándose desde hace más de una década por informes internacionales, entidades sociales y especialistas en la investigación sobre la desigualdad. La tasa de riesgo de pobreza, el indicador más usado en la medición de este problema, era del 28,3% en 2017, una de las cifras más altas de la Unión Europea, solo por debajo de Bulgaria (29,2%) y Rumanía (32,2%).