Hace casi cuatro décadas (ya), en una lejana galaxia con un cine y tres videoclubes por barrio, Hollywood inyectó películas que transformaron la imaginación de varias generaciones. Patrioteros y radicales, desaforados y emotivos, ingenuos e irónicos, carentes de todo cinismo, los tanques de los años ochenta representaron un corte total y forjaron la imaginación del siglo XXI cuando todavía no había terminado el XX. Todos los géneros y los colores chillones de la luz flúo se mezclaron en diversiones perfectas que mascamos como chicles eternos. Rambo se mezclaba con la chica de rosa, Los Goonies desafiaban en los videojuegos al Club de los Cinco y todos intentaban -y lograban- volver al futuro. Sebastián De Caro nos invita a compartir una selección personalísima pero rigurosa de esos films que adornaron mil pantallas grandes y chicas cuando la revolución del VHS nos puso el cine en la mano. Acérquese a espiar cómo funcionaba y qué producía esta máquina de chicle y neón.