Desde la noche de los tiempos, los seres humanos se han referido a la cosmogonía para explicar su lugar en el universo. “La ventana de enfrente” es una obra cuyas raíces se encuentran en el corazón del fundamento civilizador. La naturaleza es la matriz de toda creación, los cursos de las aguas están dotadas de alma, el ser humano es un entramado de relaciones, el destino reina sobre todo lo que existe. Este texto expresa una dimensión diferente; tal vez ese nuevo continente del ser apenas percibido y prácticamente inexplorado. Cuando las barreras de la representación terrestre caen, el hombre se encuentra cara a cara con las sombras. Podemos preguntarnos si se trata del inconsciente o de toda una comitiva de recuerdos que se agolpan junto a un torniquete que chirría sin cesar y que nos recuerda un paraíso original. Preguntarnos si, por el contrario, se trataría de ese rasgo violento que hace que la rabia y la rebeldía broten frente al sentido del destino.