La obsesión de los conquistadores españoles en los pecados de la carne les impidió comprender los usos y las costumbres de los pueblos indígenas americanos. Esta obsesión, cultivada durante varios siglos en Europa, partió del rechazo cristiano de la idolatría, los sacrificios sangrientos y las relaciones sexuales consideradas "equivocadas" o depravadas.
Muchos historiadores y antropólogos han citado literalmente las crónicas que tras la Conquista de México dan cuenta del mundo prehispánico, sin captar que estos escritos reinventan dicho mundo al asignarle códigos morales, prejuicios y estereotipos procedentes de otras latitudes.
Esta es una invitación a que, con base en la crítica de los primeros testimonios de la Conquista, el lector vuelva a pensar cómo pudo haber sido la vida indígena antes de aquella transformación material y espiritual.