A principios de los años ochenta, Diamela Eltit desafió la censura de Pinochet mediante intervenciones urbanas junto al grupo CADA. En 1983 se la registró lavando las veredas de los prostíbulos de la calle Maipú, donde a continuación se infligió heridas en los brazos y leyó algunos capítulos de una novela en proceso que incluía, anunciaba y reelaboraba en la ficción esa misma acción de arte: se trataba de Lumpérica, polémica novela que inmediatamente se estableció como un hito de la narrativa chilena.
En una escena cotidiana, alegórica y también televisiva, L. Iluminada –la protagonista- vuelve una y otra vez de noche a escribir a la plaza pública, a ese cruce de calles santiaguinas donde es herida, filmada, bautizada, interrogada e iluminada a través del ejercicio de cambiar el nombre y los escenarios de su propio cuerpo.