Sarah es la primera en su familia que no nace esclava en Luisiana en 1867. Pero ser libre no significa que no tenga que trabajar: cocina, limpia, pisca algodón, lava ropa y cuida a los niños, y cuando trabaja, envuelve su cabello en un pañuelo.
Un día el cabello de Sarah ¡se comienza a caer! Es quebradizo, hirsuto y le da mucha comezón. En lugar de darse por vencida, inicia la búsqueda del producto ideal. Y después inventa algo aún mejor que cualquier champú o aceite que haya usado antes. Su cabello no para de crecer y entonces Sarah decide empezar su propia empresa.