La leyenda dice que una vez cada cien años, la luna se convierte en sangre y desata calamidades entre los seres humanos. A este augurio nefasto le llaman malaluna.
Fue precisamente en una noche de esas que nacieron Rosa y Rayén. Su madre, Ágata, había salido huyendo porque su apetito por el saber y los libros era mal visto por su esposo, el señor feudal.
Después del parto, Ágata volvió a ser polvo de estrellas, y las hermanas comenzaron su difícil camino de siglos, cada vez más lejos una de la otra. Rosa voló tan alto que el sol le arrancó la vista. Rayén encontró a Ernesto Schmied, su gran amor.