Pero Galín (1926) cierra el ciclo colonialista al hacer una crítica demoledora a dicha corriente. María del Carmen Millán la calificó como "una completa sátira de la literatura de su tiempo […] Enjuicia la literatura especialmente la moda arcaizante, y en particular el personaje que, de espaldas a la realidad, vive en el pasado, entre vitrinas y retablos de la corte virreinal". Mezcla de crónica, ensayo y narración, esta novela ofrece una moraleja: no escapes de tu momento y circunstancia, pero tampoco aceptes una vida moderna como la norteamericana, opta mejor por una existencia sencilla y campirana.