Cáncer: quizá la palabra más impactante que podemos escuchar en la vida. Y es precisamente de lo que habla Rafael Pérez Gay cuando le diagnosticaron esta enfermedad.
A los 50 años este intruso de su cuerpo llegaba a dar un giro a la cotidianidad, a la pasión por el trabajo y la vida, la seguridad de la familia y a todo cuanto creía saber hasta aquel momento.
Como cualquier hombre tocado por la literatura y conducido a través de ella durante toda la vida, Rafael regresa a su oficio de letras en tanto su cuerpo es lugar de lucha: un asesinato ocurrido un siglo atrás, en el cual el grupo de los poetas modernistas estuvo involucrado, lo conduce por las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México y comprueba que el pasado y el presente son dos trenes que transitan por la misma vía.
En Nos acompañan los muertos, Rafael Pérez Gay elabora un "informe" entre biográfico y literario sobre el fallecimiento de sus padres; en El cerebro de mi hermano, sobre el de su hermano; en esta tercera entrega de la trilogía (que podríamos llamar "Informes de la muerte"), el autor analiza con las herramientas de la literatura su propio acercamiento con el cáncer y la fatalidad.