Testigo de los muchos cambios socioeconómicos y políticos que continuaban erosionando los principios republicanos, y de los innumerables intentos por recomponer el imaginario colectivo democrático norteamericano a través de nuevas formas de intervención públicas, Whitman, fervoroso creyente en las posibilidades que encerraba la prensa como herramienta ideológica al servicio de la mejora social, elabora en estas narraciones una voz profundamente enraizada en las retóricas populares y sensacionalistas de preguerra, con el fin de restañar las heridas abiertas en la utópica comunidad republicana imaginada por los padres fundadores. Quien surge tras la lectura de estos relatos no es otro que el mismo Whitman que aparecerá en esencia en su poesía: el hombre compasivo, un individuo capaz de situarse en la posición del otro.