Parece existir un solo camino para poner fin a la agonía y limitar el daño que deja un corazón roto: la neurobiología lo llama salto evolutivo y la psicología, aumento de conciencia. Nuevas evidencias en el terreno de la neurociencia demuestran que una experiencia traumática no puede ser borrada de los pliegues del cerebro.
De Ginette Paris, miembro honorario de la Jung Society of Montreal.
Un corazón roto puede ser un maestro en la vida.
El desamor como un fenómeno emocional y biológico. Utilizando los descubrimientos más recientes en neurociencia para confirmar lo que poetas y filósofos han sabido por siglos, Ginette Paris guía a quienes han sufrido una ruptura amorosa para trabajar la pérdida y transformarla en sabiduría.
El libro parte del supuesto de que un corazón roto es el punto de partida necesario para alcanzar un nivel de conciencia más profundo, a la vez que nos previene de los enfoques psicológicos tradicionales que nos dicen "olvídalo y sigue adelante" y aconseja enfrentar la pérdida para encontrar "oro en las cenizas".
Un corazón roto afecta las funciones cerebrales, pues el dolor psíquico asociado al duelo es equiparable, neurobiológicamente, al estrés que experimenta alguien sometido a tortura. Por ello, Paris se centra en la tesis de que este dolor puede superarse a través de un salto evolutivo, es decir, a partir del deseo o la necesidad de buscar una salida al desierto emocional de la ruptura, provocando que el cerebro establezca nuevas conexiones y el individuo recupere el sentido y la alegría. A la par se debe asumir la pérdida y reconocer que el dolor existe y es inevitable, pues negarlo tendría como consecuencias la eventual pérdida de la capacidad de amar y la disociación de la psique y el cuerpo, lo cual desembocaría inevitablemente en síntomas físicos.
Paris escribió Roto desde tres perspectivas: como profesora e investigadora en el campo de la psicología; como terapeuta, y como mujer que ha sufrido más de una vez la experiencia de un corazón roto. Para elaborarlo entrevistó a pacientes, estudiantes, amigos y colegas, cuyas historias aparecen en pequeñas viñetas, contadas por medio de imágenes y metáforas que permiten comunicar la esencia arquetípica de su dolor.