Al igual que en sus obras anteriores, Cristina Bajo deslumbra a sus
lectores con estos relatos mágicos, algunos casi novelas breves, de una
imaginación exuberante, con una prosa exquisita y un magistral empleo
del tiempo histórico. Si existe el gótico argentino, los cuentos de «Tú,
que te escondes» pertenecen definitivamente a él.
Ambientados en un momento preciso de la memoria de un pueblo y definidos
por su autora como histórico-fantásticos, varios de ellos están
inspirados en antiguas leyendas. En "Retrato de dama sin nombre", en el
instante que linda entre la vigilia y el sueño, una joven atisba en un
espejo un crimen que supone ha sucedido años atrás; en "Aquesta confusa
tierra" aparece la enamorada del primer poeta argentino, al que nunca ha
visto, y asiste a una cita fantasmal en una casona donde acecha una
víbora coral; en otro cuento excepcional, una mestiza extremará sus
plegarias contra la plaga para liberar a una mujer cautiva en la
habitación de una estancia. Algunos hechos tienen de fantástico solo la
temeridad de sus mujeres, como el que transcurre durante las invasiones
inglesas -basado en unas líneas de Walter Scott-, y el de aquella mulata
que quería casarse a toda costa, en momentos en que la mayoría de los
hombres estaban ocupados en contiendas y revoluciones. La guerra civil,
impiadosa, marca una realidad más terrible que cualquier horror
imaginado, pero una joven y su primo, que se aman a pesar de estar en
bandos opuestos, y una niña que adora las rosas en medio de una tierra
agreste demostrarán que una parte del ser humano no está dispuesta a
rendir sus sueños.