El viaje ha sido el gran tema de la literatura. Partir para querer regresar, para sentirse extranjero, partir por un deseo o una necesidad. Estar en un lugar lejano a casa para darse cuenta de quiénes somos y de que no somos nada. La escritura de Isabel Botero es un hallazgo: directa, sutil, heredera de una tradición que nos va develando el drama de sus personajes a través de sus recorridos por el mundo.
En cada uno de estos relatos hay dos territorios: el geográfico, que sitúa a los personajes en lugares tan distantes como La Habana y Tel Aviv, El Cairo y Madrid, Barcelona o Buenos Aires; y el tránsito interior de personajes que soñaban con ser viajeros, pero su condición tendría otro nombre desde una realidad más política y menos poética: serían inmigrantes. Una condición que les cambiaría la vida para siempre.
Cineastas de películas imposibles, mujeres que hacen la limpieza en casas de ricos, ancianas que viajan a las antípodas para cuidar de sus nietos o meseras que se pierden en la noche; inmigrantes llenos de esperanza o de aburrimiento, de certezas o de incertidumbres. Personajes que van tejiendo, relato tras relato, un libro esencial en el panorama narrativo colombiano.