Wolfgang tiene once años y un coeficiente intelectual de 152. Le apasiona hacer listas, imaginar el modo de viajar a Neptuno y es un gran pianista. De hecho, la música es más que una pasión porque interactúa mejor con las notas y con las partituras que con las personas. La repentina muerte de su madre le obligará a vivir (y convivir) con un padre al que no ha visto en su vida. En su afán de estudiar en la mejor academia de música del mundo, arrastra a su padre a París, en un recorrido absurdo, sorprendente y caótico, salpicado por los intentos de ambos por acercarse y descubrir qué secretos familiares ocultan.