Dos crónicas: la primera sobre el entierro del Che Guevara, la segunda sobre el asesinato de Brad Will. Dos joyas del que probablemente sea, con su humor y su humanidad, el mejor cronista de su generación.
Fabrizio Mejía, que solo conoció al Che «como camiseta y poster», acude a Cuba empujado por la curiosidad de ver cómo se cierra una historia de caballería del siglo XX. De igual modo, nueve años más tarde, Brad Will, un moderno Robinson, encuentra una muerte absurda y trágica en la revuelta de Oaxaca, uno de los surrealistas hitos de la antiglobalización posmoderna mundial. Y allí está Mejía presto a contarnos lo que hay que saber.