¿Puede un cuadro despertar la pasión?
Cuando Sebastian Trevelyan conoce a Violet Harris tiene el deseo irrefrenable de pintar su retrato, pero no puede hacerlo como desearía, como tampoco puede abrirle su corazón porque ella está a punto de casarse y debe dejarla marchar. El precio de esta renuncia será una obsesión que lucha por ocultar.
La mañana que encuentra en Hyde Park a una niña que le pide que la dibuje, no sospecha que su mundo se va a tambalear. Nunca ha huido de una mujer, pero ese día lo hace al descubrir quien es la madre de la pequeña.
Violet Aniston, baronesa viuda Pattison, regresa a Londres con su hija, en busca de una nueva vida. En los seis años que han transcurrido desde que se marchó ha vestido de luto la mayoría del tiempo y se ha sentido encerrada en una jaula de oro. Pero una fuerza interior la empuja a ser una nueva mujer.
El encuentro durante un baile entre Sebastian y Violet despierta los anhelos reprimidos y las viejas obsesiones. Ya no son los jóvenes que fueron, ya nada puede frenar la pasión que sienten y la antigua propuesta de pintar su retrato se hace una realidad.
Violet siente que el descarado e irresistible pintor, que la mira con los ojos entornados y le atraviesa el alma, le provoca ideas muy disparatadas. Tantas que no es dueña de sí misma.
¿Será ese deseo por pintarla un modo de liberar la obsesión que lo persigue o la forma que tiene de conquistarla?