Le importaba muy poco lo que pensaran los aristócratas, ella sería suya.
Ella le había robado el corazón con una sola mirada.
Marjorie Tumber era maestra de una escuela de señoritas. Había crecido entre un orfanato y con un matrimonio que la adoptó. Hacía poco que se había enterado de quién era su madre y su mundo dio un giro al que no estaba segura de poder adaptarse.
Su familia pretendía que ocupara el puesto que le correspondía y a ella le daba pánico no estar a la altura de las circunstancias.
George Browbear, el vizconde Dankworth, era un libertino que disfrutaba de su vida disoluta. Nunca iba a casarse, eso se lo dejaba a los demás. Le gustaban mucho las mujeres, y a ser posible una distinta cada día. Hasta el momento que se cruzó con la prima de su mejor amigo.
En el momento en que sus ojos se posaron en unos violetas, en un lunar al lado de una boquita pequeña, y poseedora de una maravillosa melena rubia, su vida ya no volvió a ser la misma.
¿Cómo resistirse a los hoyuelos que parecían lanzarle guiños cada vez que sonreía Marjorie?