Londres, 1874.
Ni la ausencia, ni el paso del tiempo, ni el dolor harían que en sus corazones anidara el olvido.
Desde muy pequeña, Anna Atwood ya sabía lo que significaba estar enamorada. Lo supo el día en el que su cuerpo reaccionó ante el contacto de la piel de Gowin sobre la suya. Anna, en apariencia, puede parecer una jovencita delicada y vulnerable, pero la realidad es bien distinta. De aspecto angelical, su carácter es fuerte y decidido. Anna nunca estuvo dispuesta a aceptar que nadie tratara de mover los hilos de su destino.
Gowin Kirby llegó a la mansión de los Atwood de la mano de Richard, quien lo encontró vagabundeando por el puerto de Londres cuando tan solo tenía doce años. Movido, quizá, por el deseo de haber tenido un hijo varón, le llamaron la atención sus expresivos ojos marrones con matices verdes en los que parecían convivir una insondable tristeza con tímidos retazos de esperanza. Entre Anna y él fue naciendo un cariño que pronto se tornó en amor.
Un beso, a escondidas, de madrugada, llevó a Gowin a ser desterrado y enviado a América. Empezar de cero en una ciudad que no era la suya le daba verdadero vértigo; hacerlo con el corazón roto, lo hacía aún más aterrador. Desde aquella mañana en la que Eliza Atwood obrara por el bien común, evitando un escándalo, en detrimento de Anna, ella había estado sobreviviendo.
En el pasado, Anna jamás se dio por vencida con Gowin. Ella lo quiso cuando estaba solo en el mundo, cuando no era nada más que el mozo de cuadras de la vivienda que una vez creyó su hogar. Anna lo amaba por quién era sin importarle la posición que ocupaba en la mansión.
Cuatro años después de su partida, Gowin decide regresar a Londres, y lo hace con el corazón dividido entre el amor y el odio. A Gowin le sigue doliendo recordar a Anna suplicándole que no se alejara de ella, que no la dejara sola; pero... ¿qué otra opción había tenido? ¿Estará su amor por Anna por encima de su orgullo y de cualquier rencor o dolor? ¿Lucharán por estar juntos, sin nadie que decida por ellos dos, teniéndose tan solo el uno al otro..., sin miedo a nada?