Una mañana de septiembre de 2008, el narrador de A la luz de lo que sabemos recibe una visita inesperada en su casa de Londres. El visitante está en los huesos, tiene el aire de un indigente. El narrador, un banquero de cuarenta años, especializado en inversiones de riesgo, tarda unos minutos en reconocer en él a un viejo amigo de los años de universidad que desapareció hace tiempo en misteriosas circunstancias. Cuando los dos amigos empiezan a hablar da inicio un viaje por momentos hilarante y siempre sorprendente, íntimo y extraño. Un viaje que, desde Kabul a Nueva York y desde Londres a Islamabad, recorre los caminos de la amistad y la traición, las diferencias muchas veces insalvables de clase y de raza, la dificultad del encuentro con quien es distinto, el exilio como condición permanente del ser humano incluso en el propio país, cuando uno ya no siente como suyo el país en el que nació y vive aún. Un viaje también a través de las grandes finanzas, las organizaciones internacionales, la crisis económica y la guerra. El resultado es una de las grandes novelas de nuestro tiempo, sobre lo que ocurre en el mundo de hoy mismo. Una novela en la que "las ideas y la provocación abundan en cada página" (James Wood, The New Yorker), de las que Salman Rushdie definió alguna vez como una "novela sobre todo".