Cada uno de estos cuentos es un remezón. Las once historias que Diego Trelles Paz ha reunido en Adormecer a los felices son todas duras y tienen espíritu de frontera: ya sea geográfica, emocional o literaria. Sus personajes son aprendices de pornógrafos, guardias de museo, escritores envilecidos, gánsteres elocuentes y otros flâneurs que deambulan por el mundo en busca de una revelación o un plato de lentejas, lo que llegue primero. En el trayecto, mientras resuenan los ecos de Bolaño y Arlt, algo se pierde: cierta tranquilidad engañosa que, pieza a pieza, entre la melancolía y el humor negro, comienza a carcomerse ante los ojos del lector.
Adormecer a los felices es el regreso de Diego Trelles Paz a la ficción corta y su primera entrega después de Bioy, la novela que en el 2012 obtuvo el Premio Francisco Casavella y, un año después, resultó finalista del Premio Rómulo Galllegos.