Cuando en 1880 se planteó en la legislatura porteña la cesión de la ciudad de Buenos Aires para que fuera convertida en sede de las autoridades nacionales, Leandro N. Alem afirmó con palabras proféticas que la concentración del poder político en la ciudad más grande y rica de la Argentina sería negativa para el país en su conjunto.
Tras superar con esfuerzo la pesada herencia de su padre, miembro de la mazorca de Rosas fusilado después de Caseros, Alem combatió en la guerra de la Triple Alianza, desempeñó funciones diplomáticas en Brasil y Paraguay y ocupó bancas por el Partido Autonomista en las cámaras de diputados de Buenos Aires y de la Nación. Luego de unos años de voluntario ostracismo político, le tocó acaudillar la Unión Cívica de la Juventud, encabezar la revolución del 90 contra el gobierno del presidente Juárez Celman y constituir la Unión Cívica Radical, que pronto se extendió por todo el territorio patrio. Su intransigencia hacia el régimen lo llevó a conducir alzamientos armados en 1893 que, aun vencidos, quedaron en la historia como expresión de resistencia al autoritarismo y de exaltación de la decencia cívica.
Miguel Ángel De Marco, que se ha ocupado en otros libros publicados por Emecé de las vidas de figuras fundantes de la Argentina, dedica al "caudillo de Balvanera" una biografía en la que su equilibrio de reconocido historiador y sus conocimientos sobre el personaje y su época contribuyen a perfilar y valorar tan notable trayectoria.