Edición ilustrada del clásico que fascina a lectores de todas las edades y todos los lugares.
Una tarde calurosa junto al río, la joven Alicia persigue a un conejo blanco hasta su profunda madriguera. Tras una larga y lenta caída llega al país de las maravillas, un lugar disparatado e insólito donde las reglas que conoce no funcionan, y en el que comparte juegos y acertijos completamente ilógicos con unas criaturas extravagantes pero inolvidables como la Liebre de Marzo, el Sombrerero, la Oruga azul, el Gato de Cheshire o la Reina de Corazones.
Al principio de su publicación los críticos no supieron apreciar aquello que cautivó tanto a los jóvenes lectores, pero Carroll sabía cómo funcionaba la mente de los niños, y la forma en que le dio la vuelta a la lógica apeló a su sentido del ridículo y del absurdo. Alicia en el país de las maravillas tuvo un gran éxito popular y a finales del siglo XIX, ya se había convertido en uno de los libros de literatura infantil más populares del mundo.