Tom Shroder, editor jefe del Washington Post, investigaba para un reportaje cuando conoció al doctor Stevenson, un prestigioso cirujano cardiovascular que había dedicado cuarenta años a documentar más de dos mil casos de personas que recordaban sus vidas pasadas. Con el fin de conocer de primera mano tanto a los testigos como el método de trabajo de este singular investigador, Shroder decidió acompañar a Stevenson en sus viajes por Líbano, India y Estados Unidos. A pesar de su escepticismo, Shroder descubrió una realidad que cuestionaba sus principios materialistas, llevándolo a preguntarse sobre la naturaleza de la identidad y la posibilidad de que la conciencia pueda viajar entre cuerpos, una idea respaldada por la física cuántica.